martes, 25 de junio de 2013

4.3 PRINCIPIOS


Del carácter administrativo del control

            Es necesario distinguir “las operaciones” de control, de “la función” de control.
La función es de carácter administrativo y es la respuesta al principio de la delegación: está no se podría dar sin el control, como ya lo hicimos notar. Cuanta mayor delegación se necesite, se requiere mayor control. Por lo mismo, el control como función  sólo corresponde al administrador.
En cambio, “las operaciones” son de carácter técnico. Por lo mismo, son un medio para auxiliar a la línea en sus funciones. Por ello, deben actuar como “staff”. De ahí la necesidad de “convencer”, y no “imponer”, los medios de control.

De los estándares

            El control es imposible si no existen  “estándares” de alguna manera prefijados, y será tanto mejor, cuanto más precisos y cuantitativos sean dichos estándares.
Si el control es comparación de lo realizado con lo esperado, es lógico qué, que alguna manera, supone siempre una base de comparación previamente fijada.
Hay veces que esta base son “realizaciones anteriores”, meras estimaciones empíricas, etc. Pero no se podría decir que se controla algo, si lo obtenido no se “valoriza”, y, para ello, se compara con “algo”.
De ahí la regla de afinar y perfeccionar los estándares, como un medio de preparar el control.

Del carácter medial del control

            Aunque parezca una cosa obvia, hay que recordar constantemente este principio. De él se deduce también espontáneamente una regla: un control sólo deberá usarse si el trabajo, gasto, etc., que impone, se justifican ante los beneficios que de él se esperan.
En sentido positivo, surge el peligro del “especialista”  en la técnica de control de que se trate, el que casi siempre verá la bondad de su técnica, y tratará de lograr a toda costa que se implante.
 En sentido negativo, está también el peligro de subestimar  los beneficios de un medio de control, ya porque estos  se produzcan “a largo plazo”, ya porque sea imposible, o difícil al menos, cuantificarlos. De ahí la convivencia de tratar de hacer esta cuantificación.

Del principio de excepción

            Tiende a aprovechar los beneficios que resultan de considerar como lo ordinario el cumplimiento de las previsiones, y las desviaciones imposibles de evitar, como lo excepcional: hacia estas desviaciones es a donde debe dirigirse toda la atención. Cuando el principio de excepción se aplica principalmente en el área  de los factores estratégicos, se obtienen todavía más valiosos resultados.


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